Para tu gestos de seguras aguas
o para el resto
de acantilados que construyen
tu rostro escribo
y no es de mar de lo que hablo
sino de aquella cara de atildadas siluetas
y sombras como puños
que un instante en mis manos fueron para no serlo
acaso nunca más
no había dicha entre mis dedos sólo
atardecer suave
y un presagio de irse mis manos como cera
caliente de tus labios eran moldes
y luego cobertores de todos tus fracasos
aún así nada es cierto en el recuerdo
pues crecen las metáforas y entre su azul mentira
todo se queja inquieto nada cede
un horizonte antiguo muda su piel y es borde
o simetría de tus labios toca
con maneras de avaro
la única luz que muere en la distancia
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